21 mayo 2006
Sabina nunca cierra por derribo
“Esta sala de espera sin esperanza, estas pilas de un timbre que se secó, esta mala ventura, esta contradanza, este tráiler de mudanzas, con los muebles del amor”.
Frac, bastón y bombín. Joaquín Sabina no cambia, como tampoco lo hacen sus canciones, pero eso da lo mismo porque siempre consigue cautivar a todos quienes le escuchan. Poeta más que cantante, autor más que compositor, su voz rajada hasta el límite vomitan los versos más exquisitos de nuestro país y así lo dejó en evidencia durante su concierto en el Parque Antonio Soria de Torrevieja (Alicante) en el que los 24 euros que costó la entrada fueron toda una inversión por el arte.
“Esta campana muda en el campanario, esta mitad partida por la mitad, estos besos de Judas, este calvario, este look de presidiario, esta cura de humildad”.
Su incombustible carácter, que se abrió paso como un ave, clamó, ante más de 12.000 personas, quién le había robado el mes de abril. Tres generaciones disfrutando con el cantante que siempre ha hecho suya la eterna duda de ahora que...No le sobran motivos para ser feliz porque, después de superar positivamente una gran depresión, ha conseguido alimentar su ego porque, pese a los desgastes físicos que le han achacado, quizá producto de los excesos, sigue siendo aquel pirata cojo que su honor le llevó a escribir una canción a unos delincuentes porque él siempre ha querido ser un caballero. Y vaya si lo ha sido. El público, enfervorecido y soñador, escuchó las mentiras piadosas de éste genio de las letras. Y sin embargo, en ningún momento le dio la espalda por recordar en alguna que otra ocasión aquel “gatillazo” que sufrió en Asturias sino que se sumieron juntos a pasear por una calle melancolía que les hizo recordar más de dos décadas de buena música.
“Este cambio de acera de tus caderas, este payaso que ya no hace reír, este arrabal sin grillos en primavera, ni espaldas con cremallera, ni anillos de presumir”.
Más tranquilo que de costumbre, Sabina puede decir que ya ha cambiado la música. Él no lo sabe pero es el español con un mayor número de seguidores, porque si una cosa es cierta es que consigue gustar a mayores, jóvenes, e, incluso niños y trasladarles desde una nube negra a una realidad que desea estar viva. Hace reflexionar a las personas y apreciar la vida desde su oscura perspectiva. Después de escucharle todo parece diferente. Las féminas que se acercaron se sintieron como una princesa porque cantante, que nunca ha podido evitar hablar de Madrid, sintieron levitar como pájaros que se dirigen a Portugal. Como siempre nostálgico y sentimental, sus letras, que a veces llaman a la soledad, rejuvenece las almas durante algo más de 19 días y 500 noches.
“Este dulce de leche contaminado, este perro andaluz sin domesticar, este orgullo de príncipe destronado, esta esquina del pecado, esta ruina de Don Juan”.
Exultante, con Sabina siempre uno se divierte, siempre llueve sobre mojado, pero peor para el sol porque, aunque aquella boca es suya, no deja de regurgitar sentimientos inolvidables. Y de esta forma, nos dieron las diez, las once e, incluso, las doce de la madrugada, porque más de dos horas de concierto es digno de alabanza. Estuvo más tiempo sentado, sí, pero era el genio de Úbeda (Jaén) quien volvió a demostrar que cuando nació se rompió el molde. Versos que entrelazaban cada canción, chistes e improvisaciones, reflejaron la esencia del cantante que ejecutó casi a la perfección su música.
“No abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón, tan maltrecho y ajado, que está cerrado por derribo”.
Sin embargo, se echó de menos canciones tan reconocidas como ‘Peces de ciudad’ o ‘Donde habita el olvido’. Canciones muy recordadas de los últimos discos como, ‘La canción más hermosa del mundo’ o ‘Lágrimas de plástico azul’. Sin duda, uno de los temas que nos dolieron a todos que no se encontrara entre la selecciones del repertorio fu ‘Por el bulevar de los sueños rotos’. Una noche mágica pese a los continuos problemas técnicos. Con ‘Carretera y top manta’, su nuevo espectáculo eléctrico que supuestamente le llevará por medio mundo, ha enterrado el hacha de guerra de una manera elegantemente al estilo Sabina por la polémica con Ramoncín, el antiguo rey del pollo frito pasado a yuppie de tres al cuarto que destripa la televisión utilizando los mismos resortes de, curiosamente, la televisión.
“Por las arrugas de mi voz, se filtra la desolación, de saber que estos son, los últimos versos que te escribo, para decir 'condios' a los dos nos sobran los motivos.”
Joaquín Sabina
Parque Antonio Soria Torrevieja (Alicante)
20/05/06
Entrada: 24 euros
José M. Sánchez "Daze"
06 mayo 2006
Y, sin duda, el show debe continuar
Conmovedor pero carente de fundamento incluso llegando a la irreverencia. El musical We will rock you, de Queen y Ben Elton, hace vibrar al espectador que, desde su butaca, no deja de divertirse constantemente, aunque sin embargo algo debe oler a podrido en el mundo del espectáculo para que el guitarrista Brian May y su compañero musical Royer Taylor, quienes engordan sus arcas particulares a través de la memoria del gran Freddy Mercury, se embarcaran en este acontecimiento y hayan sido los instigadores de un espectáculo que, lejos de aportad algo novedoso, se recrea en la gracia fácil y en la captación de las emociones a través de aquellas historias de amor que hacen sonrojar incluso a los desaprensivos enemigos de las cursiladas.
La inclusión constante de “gags” alusivos a personajes de la cultura popular española tan deprimentes como “El Neng” o “Crónicas marcianas” o de la música pop americana como “Britney Spears” resta credibilidad a un espectáculo, repleto de luces y sonido, de casi tres horas de duración. Pero quizá se nos tome de ingenuos al reconocer que “hace muchísimos, Queen tuvo hasta un musical con gran éxito de público, se hartaron de hacer dinero”. Palabras textuales. Al menos, en transparencia aprueban, porque es evidente que se regocijan de las méritos conseguidos. Llegó al Gran Teatro de Elche y cumplió con creces las expectativas porque el público, que se levantó a aplaudir en reiteradas ocasiones, aclamó a los actores con un fervor sólo apreciable en las procesiones de Semana Santa.
La trama, previsible y alejada de los parámetros propios del Rock&Roll, se traslada al año 2305. La Globalización ha alcanzado su máxima expresión. Los jóvenes ven las mismas películas, visten de la misma manera. Es lo que se denomina el Mundo Ga-Ga, un espacio aparentemente feliz y seguro para todos, excepto para los que aman de verdad la música. Las multinacionales han acechado el planeta y dominan el arte hasta tal punto que los grupos están teledirigidos. Los instrumentos han sido prohibidos y nada se deja a la mano del azar. Desplazarse hasta dentro de trescientos años para saber algo que sucede actualmente.
Pero como toda película, existe una resistencia que quiere cambiar el transcurso de la historia. Son los denominados Bohemios, alusión directa a una de las canciones más añoradas y queridas del mítico grupo inglés, quienes creen que una vez existió una edad dorada de la música. La leyenda de una roca en la que se esconden los últimos instrumentos musicales cobra cada vez más fuerza hasta que la llegada de Galileo (Julián Montalvo). ¿Es este hombre el elegido par redimir del silencio al poder de las multinacionales? El guiño a la película Matrix está garantizado.
La previsibilidad en esta trama futurista es tan evidente que los asistentes conocen de antemano el final. Pese a todo, con una producción artística indiscutible, el público, que como clientes que son siempre tienen la razón, acaba aplaudiendo entusiasmado, quizá, no sólo por la oportunidad de escuchar las canciones de Queen de la mano de la banda del musical, tremendo hilo conductor de todo el espectáculo. Decir cabe que “clavan” los temas. Son los desconocidos grandes héroes del musical. Sin restarle mérito a las grandes voces de alguno de sus actores, sobretodo, a la intérprete de la personaje principal Scaramouche (Erika Albero), la traducción al español de las letras del repertorio destroza la fuerza y la pasión de las originales. Nadie ha conseguido imitar al más grande, pero como diría él mismo si se encontrara entre nosotros, el show debe continuar.
Musical Queen We Will Rock You
Gran Teatro Elche (Alicante)
21/04/06
Entrada: 39 euros
01 mayo 2006
¿Un atentado contra la libertad de expresión o delincuentes armados con guitarras?
Otra de las críticas más destacadas es que aseguran que fomenta el odio contra los cuerpos policiales y defiende la independencia del País Vasco. No creo que la gente que les escuche decida de la noche a la mañana levantar su puño en alto y hacer unirse a la kale borroka. Ni por asomo, ya que confío en la integridad de las personas. No creo que muchas de las personas que hayan escuchado al grupo se les hay pasado por la cabeza comenter algún acto de violencia. Además, de la filosofía punk se saca algo en claro: desconfiar del poder, en todos sus estados. Y eso, a mi entender, es digno porque mete a todos los grupos políticos en un mismo saco que es, precisamente, el criticar a nuestros dirigentes políticos. Y la crítica, cuanto no violenta, es sana, pero hay que reconocer que sus letras resultan muy ambiguas. Ellos se defienden y aseguran que no alteran y no fomentan la violencia, pero ¿qué van a decir? ¿Alguien sería capaz de reconocer que uno mismo está de acuerdo con unos terroristas?
Sin duda, SA es uno de los grupos de punk-rock español más controvertidos de los últimos años. Sus letras propugnan un cambio del sistema de clases y aceleran la lucha social como uno de sus carros de batalla. Sin embargo, pese a las discrepancias, la banda vasca también trata el tema de la homosexualidad, el aborto, la contaminación o los malos tratos, ideales políticamente correctos. Eso sí, su filosofía política es bien clara, ya que explícitamente han defendido el derecho de Euskalerría a elegir su futuro, aunque sin el uso de las armas.
Retirar el apoyo económico a un festival puede hacer que no se obtenga la rentabilidad necesaria para poder continuar con la preparación de la próxima edición, aunque visto el número de asistentes, unos 70.000, no habrá problema alguno. Pero Coca-Cola también tiene mucho que esconder.