29 septiembre 2007
Bruce Springsteen tiene magia para tiempo
Una mañana de septiembre todo cambió. El mundo occidental dejó de existir por un momento. Derramó las peores lágrimas. Y comenzó a padecer la angustia del tiempo. Gran parte de los discos que se lanzaron a raíz de la masacre de las Torres Gemelas respiraron ese dolor pero a su vez estaban bajo una gran fuerza. La música de Bruce Springsteen tampoco volvió a ser la misma. El ánimo se perdió entre incandescentes llamas. Y cayó en desahucio.
El patriota americano, el héroe, expiró para dar paso al hombre. Al amigo. El rockero de New Jersey, una de las cunas del rock and roll, ha vuelto a encontrar su camino. La gloria está de nuevo entre sus manos. Las mismas manos con las que agarra fuertemente a su Gibson Telecaster.
‘Magic’ es el título pero una simple palabra que encumbra al ‘Boss’ en su pleno esplendor. Aunque nunca le gustó que le llamaran así, el ‘Jefe’, como todos le conocen, tiene muchas cosas que decir todavía pese a publicar discos irregulares y sin criterio en los últimos años.
Tremendamente bien interpretado, este nuevo trabajo discográfico rezuma energía y vitalidad. Canciones que enamoran y enchufan los pensamientos a los corazones. Es una vuelta a los inicios. Quizá por ello haya decidido resucitar, después de cinco años de ausencia, con la mítica banda E Street Band.
‘Radio Nowhere’, primer single, es una explosión de fuerza y coraje. Con un sonido muy de 'garaje', se trata de una crítica a las emisoras de radio que, seguramente, la trasladen por sus ondas sin pensarlo.
Después de levantar el ánimo e inaugurar un disco que recuerda en ocasiones a antaño, el músico norteamericano, que no ha intervenido en la producción del mismo ni en la composición de las canciones, interpreta ‘You’ll be comin’ down’, una alegre y vitalista canción con toques pop que revitalizan la melodía consiguiendo que los problemas desaparezcan.
Al más puro estilo Springsteen, el saxo levanta el telón en ‘Livin’ in the future’. Vientos que no podían faltar. Forma parte de su religión. Divertida pero elegante, es una declaración de principios pero, a su vez, un guiño a los Beach Boys. El pesimismo se instala en ‘You own worset enemy’. Envuelta en un misterioso mensaje, es espectacular pero agridulce. Por estas
Algo parecido sucede al escuchar ‘Gipsy biker’. Una armónica da a luz a los primeros acordes. Dulce pero una melodía simple. Sin embargo, poco aporta a la trayectoria musical. Quizá una de las que se podría prescindir de ellas.
Una de las que más me gusta es ‘Girls in the summer clothes’. Melancólica y nostálgica, su pegadizo estribillo retuerce mi cabeza dibujando a una América olvidada. Es un medio tiempo adecuado para disfrutar mientras uno regresa a casa en coche. Es momento de revisar las obras y la arquitectura que nos rodea. Descubrir lo que oculta la rutina.
‘I’ll work for your love’ tiene toques de balada. Son momentáneos, ya que el piano de Roy Bittan da paso una explosión de fuerza. Sentimental, son de esas canciones que ponen los pelos de punta nada más escucharla. Aquellas que recuerdan a alguien en un momento. Ya pasó, terminó la magia pero nada morirá si vive en nuestros corazones.
El punto de inflexión se produce con la llegada de ‘Magic’, que da titulo al disco. Puro folk, con toques vanguardistas y suaves efectos, acompañado de su acústica, de esas que le gusta al Boss. Escupiendo sonidos de música tradicional. La canción, mística y espiritual, transmite muchos sentimientos.
Otra de las mejores canciones del disco es ‘Last to die’. Política y sociedad se entremezclan entre un rock americano. Quebradiza pero rompedora, hasta el punto de pasar como una apisonadora, destrozando toda ideología. Los hombres, la vida, el amor importó más que las guerras.
El ejemplo de un herido en una guerra, regresando en silla de ruedas después de luchar por su país, es la imagen que se forja con fuego en nuestra cabeza. ‘Long way home’ es el tema que cierra el disco. Con soltura, deja un regusto amargo. Repetitiva, se desvanece lentamente, en silencio, encandilando pero le falta algo. Sin embargo, puede sonar grandioso en directo. Tiempo habrá para degustarlo.
Etiquetas: rock, springsteen
25 septiembre 2007
Carlos Raya, músico de guardia
Aparece en las obligadas fotos promocionales sin recibir directamentelos flashes de la fama. Igual es capaz de levantar sonidos propios delhard-rock que acompaña una dulce melodía con su pedal steel o, incluso, haciendo uso de un dobro o una mandolina. Todo instrumento que tenga cuerdas está en el perímetro de su arte.
El madrileño ha sido el encargado de sacar sonido a otro músico de la ciudad, Quique González, desde su primer disco.Parece que fue ayer cuando comenzó a rodar ‘Personal’. Con unosmodestos inicios, esta cantautor fuera de lo común se ha convertido enun reconocido artista adorado por un público fiel que le sigue alládonde vaya. Sus letras dibujan la realidad cotidiana con una poesíatrivial y sencilla, sin ostentosos aderezos, reforzadas con una músicasinuosa y sentimental.
El oído elegante del incombustible Carlos Raya es capaz de sacarlepunta al romanticismo y la nostalgia del mismísimo Antonio Vega durantesus diatribas personales encima de un escenario. Conoce perfectamente la fórmula para enfocar la grabación a fin de que no haya fisuras, facilitando el trabajo a los letristas.Encomendarle esta tarea es una garantía de éxito, ya que es portador deese don para seleccionar la toma aceptable, de encontrar los volúmenesadecuados, de poner a punto los niveles y de hacer interesantespropuestas.
Pero no se queda en eso. Acompaña, desde la inesperada marcha de Santi Campillo, a los murcianos M-Clanen su ascenso musical. Se tuvo que abrir paso para hacer olvidar a unode los pilares del grupo. Giras extensas que recorren gran parte de lageografía española pasa factura al físico de los artistas, sin embargo,Carlos Raya tiene motivación todavía para subirse a un escenarioflanqueado por un vasco de corta estatura llamado Fito Cabrales.Así ha quedado demostrado desde el lanzamiento de ‘Por la boca vive elpez’. A pesar de hacer labores de producción, su hábitat natural es unescenario.
Y todo ello, sin olvidar sus raíces. Perteneció a Sangre Azul,uno de los grupos de hard rock en castellano más importantes de losaños ochenta. El estilo musical que preconizaban pasó de moda aprincipios de los noventa, momento en el que decidieron echar el cierrea casi diez años de historia. No siempre cualquier tiempo pasado fue mejor.
Confidente y amigo, Carlos Raya forma parte de ese grupo de músicosque levantan himnos, ensanchan las canciones, dotándolas de la calidadque merecen, pero que permanecen en la sombra como muchos otros, sin hacer demasiado ruido, en un segundo plano,al estilo de los grandes actores secundarios del mundo del celuloide.Un trabajo casi infravalorado pero que alguien tiene que hacerlo, y quémejor que contar con alguien que puede sacarte de un apuro en unmomento dado.
La ‘lengua popular’ de Andrés Calamaro
El cantante argentino no es muy dado a entrevistas. Durante laspromociones se esconde bajo sus inconfundibles gafas, estilo años setenta, rememorando una época anterior. De hecho, podríamos decir que es una especie de Bob Dylan latino. Realmente no le apasiona estarfrente a las cámaras. Lo que de verdad le hace sentirse inmortal es estar subido a un escenario. Ahora, tras unos años sin hacer demasiado ruido, vuelve a dar la nota con su ‘Lengua popular’, título de su nuevo disco, una especie de continuación de ‘El Palacio de las flores’.
Dejados los experimentos, el rock and roll invade este disco de principio a fin. Este es uno de esos trabajos que suben directamente al podio de sus mejores creaciones. Su biografía lo echaba de menos. Está muy por encima del ritmo inpuesto desde ‘El cantante’. Y es que ‘Lengua popular’ es auténticamente Calamaro. El ex cantante de Los Rodríguez huye de los ensayos para recordar el carácter rebelde de sus letras de ‘incomprendida comprensión’.
De nuevo, temáticas amorosas, en especial el desamor, con inesperados giros idealistas, y aderezadas con una interminable pasión por la vida o el recuerdo de los seres queridos inspiran estas nuevas creaciones. Las doce canciones que componen su nuevo trabajo discográfico están envueltas en la esencia de Calamaro. Todas sus letras llevan profundamente inscritas su marca. Es indiscutible.
Rememorando tiempos anteriores y provocando un reencuentro con el Calamaro de ‘Honestidad brutal’ y ‘Alta suciedad’, el argentino regresa pisando fuerte. De hecho, es rodeado de guitarras eléctricas y de su particular piano cuando se muestra mucho más versátil y creativo. Su fluidez vocal, perdida en contundencia pero no en esencia a consecuencia de los años de excesos, queda de manifiesto en las nuevas melodías.
Es el fruto de una sociedad musical comprometida entre el rock y la música popular. Sus letras, envueltas en carismáticas fusiones musicales, regresan el próximo 11 de septiembre, una fecha perfecta para dar a conocer lo que será un ‘bombazo’. Nada que ver con ‘El Cantante’, ‘Tinta roja’ o ‘El regreso’, discos que cosecharon poco éxito y que enfundó a Calamaro en un trajede artista lírico sin mayor importancia que la de vivir de rentas.
Su increíble creatividad le llevó a sacar dos discos en tan solo un año. Extremadamente productivo, obtiene petróleo de la realidad social, de su vida diaria, aquella que le rodea pero que le atormenta. Sus cuadros musicales están compuestos de letras triviales que dibujan una esfera próxima al mundo real.
La experiencia vivida con su alter-ego Fito Cabrales ha dado pie a que el público español le recordara como artista de rock. Pero es que de ‘El palacio de las flores’, que pudo devolver la esperanza a los amantes del ‘calamarismo’, solo se salva el single ‘Corazón en venta’,repetido hasta el agotamiento en las asesinas emisoras deradio-fórmulas. Este disco es mucho más pop rock de lo que se esperaba.Producido por el su amigo Cachorro López, ‘Lengua popular’ pude convertirse directamente en uno de los clásicos de Calamaro.
La injusta vida del músico desconocido
Naudo, un brasileño afincado en las Islas Canarias es uno de esos artistas nobles que, sin haber sido tocado por laestrella de la fama, consigue emocionar como el que más a todos los quele escuchan. Poco se sabe de él. Tan solo los que le conocen de cerca.Dispone de un espacio propio en Youtube, lo que le ha servido para revolucionar el mundo de internet. Así, ha podido catapultar sus ‘covers’, que se han convertido en una zona de paso para los aficionados a la guitarra.
Hermético, frío e impasible, recorre los hoteles del sur de la islainterpretando canciones a manos de su guitarra española; sin más vozque la de las seis cuerdas. Naudo da vida a los recuerdos, es todo unvirtuoso de la guitarra, que reinventa los grandes éxitos del pop yrock de todos los tiempos con acordes imposibles, con una técnica muy difícil que consiste en combinar el bajo con la melodía al mismo tiempo; como si de dos guitarras se tratase.
El brasileño abarca un amplio espectro de géneros musicales que van del rock más clásico, con temas de Elvis o The Beatles, al más actual como R.E.M. o Eric Clapton, pasando por la bossa nova, el jazz o, incluso, atreviéndose con la samba o el tango.Pero su capacidad de asimilación de diferentes estilos es increible,puesto que también muestra sus dotes con canciones como la conocida B.S.O de Superdetective en Hollywood o ‘The eye of the tiger’ de Survivor.
Andy Mckee, una forma espectacular de tocar la guitarra
Se trata deun genio a las seis cuerdas que no tiene rival. De hecho, ya ha resultado ganador en distintos concursos de guitarra llevándose, incluso, la admiración de sus competidores. El norteamericano extrae de su guitarra impensables y coloristas sonidos que a nadie se le hubiera podido pasar por la cabeza. Pero, encima, lo adereza con una manera característica, haciendo asombrosos ‘tapping’ al tiempo que arpegia las melodías.
Por si fuera poco, ha recibido numerosas críticas, casi todas ellas alabándole, sobre su inconfundible estilo a la hora de interpretar su música, toda ella en acústica. Con sonidos que recuerdan al mejor Joe Satriani, las creaciones de este extraño compositor son una explosión de técnica, de imaginación, de espectacularidad y de magia. Sin embargo, también obtiene dotes de la escuela dejada por Stanley Jordan.
Comenzó a tocar la guitarra con 13 años, cuando su padre le regaló su primera guitarra clásica. Pasado el tiempo, y con un poco de madurez, agarró la eléctrica para emular a sus grandes ídolos, Eric Johnson, Steve Vai y Joe Satriani. Precisamente, de este mago a la guitarra, que tocó con Deep Purple , obtiene la elegancia en sus composiciones.
En 2001 lanzó al mercado su primer disco, titulado ‘Nocturne’, que le llevó incluso hasta Taiwan para tocar ante miles de fervientes seguidores. Tres años después, grabó ‘Dreamcatcher’, que le convirtió ya en un hito musical. Su extravagante forma de tocar no pasaba desapercibido para nadie y, en un momento musical en el que parece que todo esté inventado, Andy Mckee refrigera el panorama mundial, lo descomprime de su asombro y da un paso más.
Con ‘Art of motion’ da una vuelta más de tuerca, se retuerce en los sonidos de vanguardia, coquetea con el country, alcanzando melodías sinuosas y dulces que aportan tranquilidad, sosiego y, por si fuera poco, sin artificios ni edulcorantes.
Vudú, la esencia argentina de una época anterior
Vudú encandila como la magia negra, sugiere como los héroes de los comics y satisface como los verdaderos amantes. Con la grabación de su tercer disco, Argentina se ha rendido a los pies de estos seguidores acérrimos de una década anterior, los 70, a la que deben su estilo a la hora de tocar.
De hecho, la inconfundible voz de Ike Parodi, capaz de rasgar con su amplio registro vocal las notas más altas casi sin esfuerzo, recuerda a la estética del viejo Robert Plant. El volumen característico d su vocalista se muestra, como en sus anteriores discos, enmarcado en unos constantes giros vocales que llega incluso a eclipsar a las seis cuerdas.
Ya en su disco debut sus canciones se convertían en una declaración de principios de la etapa dorada del hard rock, una tónica que se ha repetido hasta la saciedad en su repertorio en directo repleto de versiones de grupos como Led Zeppelín. AC/DC, Black Crowes o los españoles M-Clan han influenciado a estos músicos que, desde la localidad argentina de Rosario, han conseguido la plena madurez para dar el salto a nivel internacional.
Tanto es así, que en su último disco interpretan la demoledora ‘Stormbringer’, de los aclamados Deep Purple, en una de esas versiones que, pese a las dificultades con el idioma, transportan la fuerza de la mítica banda británica.
La banda se formó hace ocho años, editando su primer disco en 2003 con temas que contienen claramente la esencia del rock de los 70, aunque con un sonido de vanguardia, adaptados a los nuevos tiempos, y donde reflejan sus historias personales de su ciudad natal, lo que, para el seguidor que se encuentra en España, le resulta desconcertante algunos términos, ya que desconoce el significado.
Con ‘Sueños eléctricos’ dieron el salto a nivel nacional. Desde su concierto en Buenos Aires en 2004 no han parado de crecer como músicos. Ahora con ‘Picaseso’ han mejorado su estilo, sobre todo durante unos riffs de guitarras mucho más estilizados y depurados. Con temas como 'El viaje' o 'Dios ha muerto ', ahora, los argentinos tienen su gran oportunidad.
Etiquetas: rock argentino